domingo, 8 de septiembre de 2013

SENDERISMO: Castillo de Fantova.

El Club Montisonense y su sección de Senderismo han realizado este domingo una sencilla y bonita andada por la Puebla de Fantova, localidad de unos 100 habitantes a la que accederemos por el desvío a cuatro kilómetros al norte de Graus, tomando una pista asfaltada bien señalizada.



El Castillo de Fantova es un conjunto fortificado del siglo XI situado al nordeste de nuestro punto de partida, emplazado en un promontorio (1004 m) junto a la iglesia – ermita de Santa Cecilia. Está protegido por escarpes muy cortados, y su singularidad se debe a su antiquísima datación, la más antigua de la Ribagorza y en la que se realizaron aportaciones constructivas totalmente innovadoras respecto a lo existente en nuestro territorio. Su torre ya estaba construida en el año 1015, y refiriéndonos a su estilo solamente nombrar que su bóveda de arista es innovadora y espectacular, pues ninguna de las torres románicas de Aragón tiene nada parecido. 




Las soluciones arquitectónicas de los constructores lombardos continúan en modo de escalera de bóveda para acceder a la planta tercera, integrada en el muro de carga y con iluminación natural de los peldaños, al igual que la singular planta tercera en que se abren vanos en número de siete, número mágico y esotérico donde los haya. 

Pues bien, los senderistas del Club Montisonense ya teníamos motivos más que suficientes para visitar este lugar, por eso cuando dejamos los coches no nos importaba que amenazara lluvia pues teníamos por delante un camino cómodo rodeado de inmensos pinares e íbamos perfectamente equipados para las inclemencias meteorológicas. 

Mientras esquivábamos charcos que inundaban algún tramo de camino (la jornada pasada cayó una buena tormenta) charlábamos de este lugar, tan próximo y a la vez poco conocido. Jalonaban la pista grandes zarzales cargados de sabrosísimas moras, mientras las nubes se acercaban amenazadoramente pareciendo empujarnos hacia un refugio, que no podía ser otro que el mismísimo castillo. En hora y media ya habíamos llegado a la base del promontorio, y las vistas de la fortificación nos dejaron absortos contemplando la magnífica y sobria construcción. Como en este mismo lugar existen unas mesas y bancos, paramos a echar un bocado pero sin apenas tiempo de saborearlo ya que, como dije, la lluvia estaba al caer. De modo que ascendimos los últimos y abruptos metros hasta entrar en la fortaleza, dirigiéndonos en primer lugar a la Iglesia, subiendo al campanario y haciendo sonar la campana. ¡Que divertido es visitar estos lugares! 

Pues bien, ahora tocaba ir a la Torre del Castillo, de 18 m. de altura y planta circular a la que accedimos por una escalera de madera adosada a la pared exterior, muy curiosa y cómoda. Justo entonces empezó a llover, y por tanto resultó que el castillo fue nuestro refugio de la amenaza exterior. ¿Quién lo iba a decir?

Las risas en el interior de la oscura torre eran constantes, incluso cuando ya habíamos sacado los frontales. Cayó la lluvia, retumbaron los truenos, y en cuanto paró subimos a la planta tercera a ver… y cuál es nuestra sorpresa al encontrar dentro de la preciosa torre almenada un telescopio, por supuesto protegido y bien cerrado; seguro que desde este lugar habrá una visión nocturna única. 

¡Pues ya está! Ahora nos hacemos unas cuantas fotos, paseamos por la fortaleza y charla que te charla abandonamos la montañeta, pues entre tantas risas y comentarios estamos volviendo a hacer hambre y es buena hora para bajar a comer. En el camino nos encontramos con una ardilla que no tardó en huir hacia las altas copas de los árboles, y cuando paraguas en mano llegamos a La Puebla de Fantova visitamos este pueblo que resultó tener un casco antiguo precioso y además estaban en fiestas.

¡Bien por La Puebla de Fantova!. Nos habéis alegrado el día. 

Club Montisonense de Montaña - Senderismo