domingo, 6 de abril de 2014

Nacimiento del río Irués: Las Fuentes de Fornos y el Chorro.

Este domingo el Club de montaña de Monzón ha hecho una ruta a un lugar inverosímil, por tratarse de un escondido rincón donde nace el río Irués de la manera más inaudita y espectacular. El grupo de 18 senderistas marcharon muy animados a ver este recóndido y poco conocido lugar. 

La actividad en cuestión es las fuentes de Fornos y el Chorro del mismo nombre, se trata de unas espectaculares surgencias de agua situadas en el fondo de la garganta del río Irués, en el macizo del Cotiella. Su especial atractivo reside en la gran vehemencia con que el agua mana de debajo de la tierra, en el caso de las fuentes prácticamente todo el año, pero el chorro tiene carácter eventual y es durante el deshielo o cuando se producen fuertes tormentas, que alcanza una fuerza y esplendor fuera de lo común. Este tipo de surgencias se les denomina trop-plein, ya que solo manan cuando en nivel de agua que se filtra por las numerosas simas de la montaña calcárea llenan por completo las galerías subterráneas.

El inicio de la ruta fue en el hermoso y pequeño pueblo de Badaín, junto a Lafortunada, en la carretera que une Aínsa con Bielsa. Partimos por una senda bien señalizada y cómoda, la cual al principio sube y luego va descendiendo por un hermoso bosque mixto hasta encontrarse con el río. 


Un puente metálico nos permitió cruzar a la otra margen, las aguas bajan con fuerza y se nota que hace pocos dias estuvo lloviendo con ganas. Sorprende ver las laderas de este encajonado barranco completamente cubiertas de bosque, una mezcla de robles, pinos y hayas que se conjugan con un variado sotobosque de boj, romeros, ruscus, musgo e innumerables plantas.

El sendero continúa ahora por la margen izquierda del río, completamente cubierto de hojarasca y en solo quince minutos alcanzamos las Fuentes de Fornos. Es un sitio que deja perplejo a todo el mundo ya que bajo los enormes arboles mana una gran cascada que cae ladera abajo con un estruendoso caudal. Disfrutamos brevemente de este lugar para continuar hacia nuestro destino, el Chorro. Ahora la senda se estrecha y se complica, en algún paso colocaremos un pasamanos y así todo el mundo pudo llegar con la necesaria seguridad. 


Tenemos la buena fortuna de verlo en toda su magnitud, no podemos acercarnos hasta su base ya que el caudal es tan grande que no se puede cruzar el río, pero sin duda nos basta ver cómo, de un agujero de la montaña, sale un chorro de agua enorme que salpica las rocas ya cubiertas de musgo en todo el ancho del cauce.



Es hora de comer un poco, que lugar mejor que este para hacerlo. Pronto volveremos sobre nuestros pasos y al llegar al puente que antes habíamos pasado decidimos completar una circular, para ello ascendemos junto a un afluente del Irués que se llama Garona, pasamos por un puentecito que salva las salvajes aguas y subimos por un maravilloso robledal envuelto en su base de un increíble tapiz de musgo. ¡Cuántas fotos hicimos allí !. Es hora de quitarse ropa porque el calor aprieta, hay que beber agua antes de afrontar la subida por el bosque hacia una pista superior, y una vez en el alto tomaremos dirección a Laspuña viendo desde esta privilegiada situación las nevadas cumbres de Los Sestrales, el Monte perdido y muchas otras cimas. 

Un trecho de cinco quilómetros entre el pinar del Solano, y enlazaremos con la senda PR-HU 138 que baja directa al pueblo de origen, Badaín. De esta manera habremos hecho una excursión algo más larga, pero mucho mas bonita. 

Así pues, hoy hemos podido descubrir un lugar realmente asombroso y darlo a conocer a todos quienes, como nosotros, desean disfrutar de las cosas que nos regala la Madre Naturaleza. ¡Hasta la próxima!