Este domingo, 4 de marzo, un grupo de 17 senderistas del Club Montisonense de Montaña visitamos la ruta de los dinosaurios de Arén.
De madrugada salimos de Monzón y a las ocho y cuarto de la mañana ya estábamos en Arén, dispuestos a comenzar la ruta que prometía ser muy interesante. El tiempo, un tanto fresco, nos facilitó la andada.
A lo largo de todo el camino nos llamó positivamente la atención la cantidad de letreros informativos que ayudan a comprender todo lo que podemos disfrutar, flora, fauna, historia y explicaciones de los diversos yacimientos.
A la salida de Arén vemos el conjunto del lavadero, fuente y abrevadero. Es un adelanto de las abundantes muestras de aprovechamiento del agua que veremos a lo largo de todo el recorrido, numerosos canalillos que surcan las laderas rocosas que recogen toda la lluvia que pueda caer y va a parar a sus correspondientes aljibes.
A lo largo del barranco de Lafont recorremos el espléndido robledal de la Creueta con ejemplares majestuosos. Las cárcavas que están enfrente nuestro nos indican el paso del tiempo que ha erosionado las laderas abruptas carentes de vegetación.
Llevamos una hora de camino y ya hemos llegado casi al yacimiento, y como ya nos aparece el gusanillo que anuncia el desayuno, paramos y damos cuenta del pequeño bocadillo para así poder prestar más atención a las novedades que nos esperan.
Estamos ya en el yacimiento paleontológico de Blasi y vemos el lugar donde se hallaron los huesos de los dinosaurios – hadrosaurios, para más detalles- que habitaron estas tierras hace sobre 65 millones de años. En las laderas de roca han colocado unas réplicas de los huesos encontrados y que se hallan en el museo de Arén que pensamos visitar más tarde. Desde 1997 se han realizado varias prospecciones, por parte de la universidad de Zaragoza.
Ya de vuelta disfrutamos del paisaje con los almendros en flor, el camino con muros de piedra y los aljibes y balsas. Arén ofrece un bonito paseo por su limpias calles, casas restauradas con mucho gusto, puertas con aldabones artísticos y motivos labrados en madera, arcos de todo tipo, callejones estrechos, enrejados portentosos y ¡Cómo no! Casas abandonadas y derruidas que denotan un traslado de sus moradores a otras localidades. Incluso algunos pudimos visitar la bien cuidada iglesia en la que nos llamó la atención la pintura, en el lateral derecho, de la Basílica del Pilar de Zaragoza con una sola torre, pues no se habían construido todavía las otras tres.
Visitamos el museo local en el que se recrean las diferentes actuaciones llevadas a cabo en los yacimientos. Visualizamos un documental en el que se expone los hallazgos obtenidos, las hipótesis de trabajo y otros aspectos interesantes sobre lo relacionado con los yacimientos. En varias salas se exponen diferentes materiales, destacando varios huesos originales de hadrosaurios.
Luego subimos al castillo en la parte alta de Arén, con vistas estupendas hacia los cuatro puntos cardinales, donde entre sus restos podemos ver la necrópolis medieval con abundantes tumbas de pequeñísimas tallas.
Para acabar nos dirigimos hacia las huellas de los dinosaurios, o icnitas, que se hallan cerca de la carretera. En paneles explicativos podemos documentarnos de cómo se formaron y demás detalles que se agradecen para así dar consistencia a lo que estamos viendo.
Y como ya se está haciendo la hora de la comida nos acercamos a la plaza de Arén y en los bancos de al lado de la iglesia damos cuenta de unos estupendos bocadillos y demás tentempiés que llevamos en fiambreras. Cientos de buitres leonados sobrevuelan nuestras cabezas, quizás porque se han percatado que por allí hay comida, pero afortunadamente ninguno baja más de lo esperado por nosotros.
Al sol del mediodía se está muy bien y la conversación, como siempre, entre los senderistas es de lo más amena y entretenida. Hemos pasado una agradabilísima jornada y con la sonrisa en la cara nos despedimos hasta la próxima salida.
Club Montisonense de Montaña.