El Club Montisonense recorre la Ribagorza por su sendero histórico.(13-02-2011)
Este fin de semana un buen grupo de 35 senderistas nos trasladamos en autobús a la bellísima localidad de Montañana, en la Ribagorza, para recorrer un tramo del GR-1 Sendero Histórico, que va desde Ampurias (Gerona), hasta Finisterre (La Coruña).
Esta larga jornada nos llevó desde Montañana a Castigaleu, para lo cual partimos de la primera población redescubriendo sus encantadores rincones y su aire medieval. No sólo sus piedras, iglesias y torreones despiertan la nostalgia de lo que un día fue esta población: También el propio sendero que asciende entre quejigales, amurallados de piedras o lajas recogidas de los aledaños, así como varias casonas aún en pie con sus corrales adjuntos, nos dan muestra de la mucha vida que llegaron a albergar hace solo unos decenios, que a día de hoy hemos casi olvidado.
Por si fuera poco, la tenue niebla y el frío hacían de estos lugares tan antiguos si cabe más auténticos y solitarios, hasta que poco a poco según se gana altitud las nieblas desaparecen y la tempeatura sube.
Pronto llegamos a la casa de Mora de Montañana, donde nos comimos un bocadillo para no perder fuerzas, siguiendo la senda algo brava en algunos puntos. Entre campos de labor, tomamos un camino que continuaba ascendiendo y que pasa por un pequeño grupo de casas una de las cuales muestra un inscripción en el soportal del año 1.658. De nuevo la vision de esas casas con asperos de labranza y estructuras dispuestas del modo más ventajoso para el trabajo del campo, despertaban nuestros jugosos comentarios sobre lo que no hace tantos años puedieron aún ver nuestros ojos en los pequeños pueblos. Al tiempo, a buen paso, contemplábamos un vallecito con bosques de pinar y de robles más vigoroso que los que le antecedían pasando unos pilares de la virgen.
El camino nos acerca al Tozal de Monesma que asoma elegante sobre la localidad de Puyol aposentada en la ladera sur y con sus casas semi hundidas del abandono. En un último esfuerzo alcanzamos la cima del Castillo de Monesma, objetivo primero y punto más alto del recorrido donde las vistas mejoraron un poco con unos breves rayos de sol, que nos permitieron descansar a gusto junto a las ruinas de la fortificación y su ermita enclavada en un extremo del cerro, dentro del castillo.
De nuevo retomamos en desenso la abrupta senda hasta el punto de tener que cavar un paso por una ladera escarpada, fueron momentos más divertidos que peligrosos pero que por momentos despertaron nuestra atención. Así llegamos a Las Badías, pequeña localidad abandonada y coqueta que nunca debió perder a su moradores, y que nos hizo sentir alumnos de su escuela, andarines de su estupenda plaza y espectadores de su estampa paisajística con el pico Turbón, la sierra de Sis, y en general la cordillera pirenaica y sus nieves invernales de telón de fondo.
El siguiente punto de paso fue el barranco de San Antonio, atravesando un puente de madera antiguo junto a una surgencia de agua, y de allí por camino alcanzaríamos en unos minutos la Ermita de San Antonio, restaurada y flanqueada por media docena de fabulosos robles centenarios. Fue el lugar escogido para el último bocado, pues ya solo nos quedaría descender hasta Castigaleu, que hace solo una semana inaguraba su reconstruida iglesia, que nos da la bienvenida y nos invita a recorrer sus remozadas casas y callejuelas.
Dando por finalizada la jornada, en que participaron los invidentes Javier de Barbastro y Jean de Monzón, contentos de haber compartido tan bellos momentos, nos despedimos a las espera de la siguiente ruta que en Marzo nos llevará a Peralta de La Sal y sus alrededores.
CLUB MONTISONENSE DE MONTAÑA - SENDERISMO