El Aneto, a veces accesible con moderado esfuerzo, tiene en condiciones invernales un punto especial de dificultad y de belleza, y su larga travesía no nos defraudó. Las pasadas semanas fue imposible acometer la ascensión por motivos climatológicos, con lluvias e intensas nevadas. En el “puente” de la Inmaculada las condiciones han cambiado mucho por las lluvias, y cuando por fin vimos un fin de semana de anticiclón, nos lanzamos cuatro montañeros (Ricardo Arnaiz, Lorenzo Sierra, Jesús Zuriguel y Santi Solá) a por todas subiendo la noche del sábado día 11 al Refugio de La Renclusa.
Pernoctamos en este histórico lugar donde recibimos un trato exquisito, una buena cena y mucha comodidad dado que tan solo estábamos una docena de personas. Los guardas nos esperaban y nos recibieron como si de nuestra casa se tratara.
Madrugando el domingo partimos completamente de noche con las mochilas, crampones, cuerda, casco… si bien las últimas informaciones nos hicieron prescindir de raquetas, un pequeño riesgo que caso de haber excesiva nieve en el glaciar, nos hubiera podido dejar sin el ansiado objetivo.
El primer tramo hasta el Portillón Superior, lo hicimos en muy poco tiempo, algo menos de dos horas, lo que supuso un importante desgaste físico. La ventisca levantaba la nieve polvo y nos la tiraba a la cara, rezábamos para que las condiciones no empeoraran y todo siguiera según lo previsto, así que descendimos al blanquísimo glaciar del Aneto y lo atravesamos a paso tranquilo pero sin descansos, pues el frío viento que azotaba a ráfagas no permitía paradas muy largas.
Así a ritmo de crucero alcanzábamos a las diez de la mañana el Collado de Coronas, a 3.200 m. de altitud, donde comimos unas barritas, frutas y algo de turrón, para atacar el último repecho a la cima. La nieve estaba algo blanda pero resistía el peso a nuestro paso, por suerte.
Los últimos metros, a temperaturas bajo cero, requirieron muchísima atención y técnica: el famosísimo paso de Mahoma, estaba “feo” por el hielo y la nieve, por lo que tres montañeros que fueron los únicos que nos acompañaron, no quisieron correr riesgos y se quedaron a tan solo 50 metros de hollar del Aneto.
Nosotros cuatro, sin embargo, teníamos muy claro que lo íbamos a intentar, llevamos suficiente material para encordar todo el Paso, y poco a poco pero con seguridad, atados todo el trayecto, alcanzamos la Cumbre de los Pirineos, el ANETO, logrando el éxito total del Programa y de la jornada, en que nadie más subió a este pico otras veces tan asediado.
Así pues, felices como pocas veces, volvimos sobre nuestros pasos descendiendo al Glaciar a gran velocidad por la nieve que se estaba ablandando, y en una breve trepada pasamos el Portillón, descendiendo a La Renclusa, última parada a reponer energías, y siguiendo por el camino o senda de invierno, descendimos entre pinares hasta los Llanos del Hospital, paraje de grandiosa belleza paisajística.
Con el Aneto, por tanto, queda finalizado el Programa que el Club Montisonense ofrece a todos cuantos Quieren y Aman nuestras montañas y nuestra España, tan llena de contrastes y valores Naturales.
Tan solo queda agradecer a todas y todos cuantos han participado, han sido los picos Villuercas, Mulhacén, Turó de l’Home, La Sagra, Bañuela, Torrecerredo, Moncayo, Almanzor, Peñalara, Puig Major, Teide y Aneto.
