Este fin de semana quince senderistas
del Club Montisonense se han desplazado a la vecina pero poco visitada sierra
del Montsec de Rúbies, con el fin de ascender al despoblado de Rúbies y
recorrer su entorno.
La Sierra del Montsec forma una barrera
natural entre la cuenca de Tremp y la llanura del Urgell, constituyendo un
espacio de transición de ambientes naturales: Ecosistemas más pirenaicos al
norte, donde dominan los robledales y pinares, con los hábitats más
mediterráneos al sur, donde el carrascal, los arbustos altos y las plantas
aromáticas ofrecen una diversidad excepcional.
Al mismo tiempo, las gigantescas paredes
de caliza tan características de este lugar son el lugar donde anidan una
multitud de pájaros que pueden contemplarse mucho mejor con la ayuda de unos
prismáticos. Todo este conjunto hacían de por sí merecedora la visita a pesar
que la meteorología amenazase con estropear el día.
El paso del rio Noguera Pallaresa,
esculpió hace millones de años la angostura donde se encuentra la fuente de Les
Bagasses, allí se ha construido un área recreativa en cuyo aparcamiento dejamos
los coches, enseguida cruzaremos la carretera C-13 para tomar un sendero
bastante integrado en la vegetación, que asciende sin excesivos descansos.
En esta época es muy bonito poder andar
entre los árboles recién brotados, arces, robles, boj, tomillo, romero y
carrascas salpicados de otros arbustos en flor que no dejarán de alegrarnos las
vistas en todo el día.
Por encima, el cielo estaba gris e
incluso estuvo lloviznando lo que nos hizo sudar mucho al obligarnos a cubrir
nuestro cuerpo con impermeables. Fue la nota de toda la mañana, un quita y pon
el chubasquero que no dejaba de tener su gracia, pues bastaba ponérselo para
que parase de llover.
Después de poco más de dos horas y media, habíamos salvado el desnivel de unos 800 m. hasta el punto de destino, un pueblo en ruinas situado en un altiplano con unas envidiables vistas y rodeados de campos de labor bastante asilvestrados. Allí la lluvia paró el tiempo suficiente para hacernos la foto de grupo y comernos un buen bocata, que sentó de maravilla. Esto permitió que pudiéramos hacer bromas y muchas fotos, ya que la temperatura era muy agradable.
Después de poco más de dos horas y media, habíamos salvado el desnivel de unos 800 m. hasta el punto de destino, un pueblo en ruinas situado en un altiplano con unas envidiables vistas y rodeados de campos de labor bastante asilvestrados. Allí la lluvia paró el tiempo suficiente para hacernos la foto de grupo y comernos un buen bocata, que sentó de maravilla. Esto permitió que pudiéramos hacer bromas y muchas fotos, ya que la temperatura era muy agradable.
Hecho el obligado receso, comenzamos a descender esta vez por
otra senda, el GR-1 que cruza un pequeño barranco y se aleja algo más de las
murallas pétreas, mejorando la panorámica y ofreciendo un relajado recorrido.
El tramo final lo hicimos por una cómoda pista, que nos condujo hasta el Puente
de Áger, lugar donde habíamos dejado un vehículo y así poder recoger el resto
de autos en Les Bagasses.
En resumen, un día aprovechado y entretenido para disfrutar de la
montaña y de la hermosa primavera que, gracias a las lluvias, ha cubierto el
monte de aromas y flores multicolor.