El Club Montisonense y su sección de
Senderismo han realizado este domingo una hermosa andada en el Valle de Broto.
Se trata de un sendero que parte del conocido y muy turístico pueblo de Torla,
a las mismas puertas del Parque Nacional de Ordesa, para adentrarse en un
tupido bosque que nos llevará, en un par de horas, a la Pradera de Ordesa que
es donde habitualmente todo el mundo inicia sus excursiones. Así pues, esta vez
los diez senderistas del Club acabaremos nuestro recorrido en el lugar donde
tantas y tantas actividades tienen su punto de partida.
A las 7 de la mañana salíamos de la capital del Cinca Medio en coches particulares, un café en Aínsa y a las nueve de la mañana entramos en el gran aparcamiento de Torla, casi lleno de coches debido a la afluencia de visitantes. Ha sido un buen verano en el valle, ya que todo el mes de agosto la tónica ha sido una auténtica avalancha de turistas.
Nosotros también queremos disfrutar de
la excepcional naturaleza que hay aquí y por eso hemos querido conocer este
sendero que pasa inadvertido al encontrarse en la margen izquierda del río Ara
y su afluente el Arazas. Desde el mismo aparcamiento rodeamos la iglesia de
Torla y enseguida bajaremos al puente de la Glera, lo cruzamos y a la izquierda
unos carteles nos indican la senda del Turieto.
Al principio caminaremos por una pista
jalonada de bojes y algún que otro pino, pero a los 15 minutos, coincidiendo
con la entrada en el bosque, el camino se vuelve senda y empieza a ganar
altura. No se hace demasiado pesado, ya que el suelo está muy pisado y casi sin
piedras, a veces incluso la hoja del pinar lo hacen blandito y cómodo.
Cuando volvemos a encontrar otro cruce
de sendas estaremos ya abandonando el rio Ara y enlazamos con el Arazas, donde
se suceden las cascadas tan bonitas como escondidas entre el pinar. Dejaremos
este espectáculo para la vuelta, ahora disfrutamos de los gigantescos abetos y
el hayedo que recorremos bajo su tupida sombra hasta llegar a las soleadas
praderas del valle de Ordesa, aún verdes y repletas de flores. Justo antes de
cruzar el río nos hacemos la foto clásica junto al monumento de Lucien Briet,
escritor, fotógrafo, explorador y pirineísta francés que contribuyó con sus
obras a mostrar la necesidad de la creación del Parque Nacional de Ordesa.
Llegados a este punto nos sentaremos
en el prado y comeremos nuestro bocadillo, un rato de disfrute y a volver sobre
nuestros pasos. La soleada mañana ilumina el pico de Otal, el Tozal del Mallo,
y las copas de los árboles con una luz magnífica, que parece anunciar la
proximidad del otoño.
En el descenso ahora sí, visitaremos
con más detenimiento las cascadas, especialmente la de los Abetos a la que
bajamos destrepando hasta el cauce para sentir el placer del agua salpicando en
la roca y oír bien de cerca su impresionante estruendo. Es algo que se queda
grabado en la mente, alegrando el día y llenando de energía positiva hasta al más
insensible de los mortales.
Hecha una nueva foto de grupo, ya solo
quedará bajar haciendo fotos a las flores mientras dejamos pasar a la numerosa
procesión de senderistas que han salido más tarde que nosotros, pero que
igualmente no quieren perderse este sencillo y encantador caminito. La guinda
la pusimos comiendo en Broto, y la visita –baño incluido- a la cascada del
Sorrosal, proeza natural a cinco minutos del coche que sirvió para bajar bien
frescos a casa.
Club
Montisonense de Montaña - Senderismo