Este domingo de Ramos también tocaba senderismo en el Club Montisonense, es por lo que de buena mañana partimos un grupo de diez personas hacia Ligüerre de Cinca que sería el punto de inicio de este particular recorrido.
Lo primero que tuvimos que hacer es dejar a una parte del grupo en ésta primera población para llevar un coche a Humo de Muro, que sería nuestro punto final de la jornada. De regreso a Ligüerre, bellísima población a orillas del pantano de El Grado y completamente rehabilitada, tomamos el GR-1 que, bajando unos metros, discurre paralelo al embalse hacia el estrechamiento característico entre las paredes del Congosto del Entremón.
Cruzamos el puente sobre el río Cinca y divisamos Ligüerre en una bella estampa sobre las aguas de El Grado. Tomamos el sendero que se adentra en el congosto, y a los pocos metros nos reunimos para hacer una advertencia: en este paraje natural hay gran cantidad de pajarillos, y es obligatorio permanecer en silencio mientras atravesamos esta angostura de belleza magnífica. Así pues, al fresco de la mañana escuchamos un impresionante concierto de cantos de pajarillos que nos dejó con la boca abierta. No siempre se tiene esta fortuna, que es más propia de la época de cría y de las primeras horas de la jornada.
Emocionados con tantos ruiseñores, jilgueros y demás fauna que nos acompañaba (unas cabras salvajes con sus cabritillos también nos sorprendieron), fuimos superando las diferentes cornisas y pasos de poca dificultad entre mucha diversión, pisando senderos con restos de hojarasca bajo la densa vegetación y colgados de paredes verticales de caliza que se ven coronadas por la magnífica ermita de San Celedonio y San Emeterio. Esta senda concluye en un túnel iluminado artificialmente y una repisa junto a la presa de Mediano en la que tomamos al sol un pequeño tentempié, contemplando las aguas que a uno y otro lado lo embellecen.
Con la sensación de andar junto a un mar de aguas azules, tomamos rumbo al este por el camino de Palo en un sendero bien conservado, el campo está repleto de flores diversas como aliagas amarillas, el blanco del espino albar y cientos de florecillas de tomillos, romeros, boj y plantitas de temporada. Entre las piedras descubrimos una pequeña víbora de pocos días que intentaba salvarse atemorizada, creyéndonos gigantes con otras intenciones. Más adelante iniciamos un descenso entre buenos pinares a cruzar el barranco del río Usía donde refrescamos los pies y llegamos a Humo de Muro.
Solo faltaba ascender a la Fortaleza de Muro de Roda, entre brillantísimos robledales recién brotados y grandes carrascales mezclados con pinos negros y gran cantidad de plantas y arbustos. Todo estaba espléndido y nos hizo muy agradable el recorrido hasta la grandiosa fortificación que está en pleno proceso de restauración, visitando la iglesia, las ermitas y la muralla que rodea un gran recinto religioso – militar construido hacia el año 1017 por Sancho III el Mayor en su campaña de recuperación del Sobrarbe y la Ribagorza desde el Condado de Aragón.
Hecha esta visita cultural regresamos por la pista de Tierrantona hasta recuperar el sendero que, pasando por el despoblado de Fumanal y sus fuentes, regresa a Humo de Muro donde finalizó nuestra jornada.
Resumiendo: de nuevo pudimos ver cómo cerca de casa tenemos lugares de un valor incalculable y de una belleza que sorprende a propios y extraños. Acompañados, eso sí, de un día cálido que nos hace ya pensar en darnos un baño en el río. La primavera ha llegado con fuerza y todo su esplendor, y nosotros hemos decidido que hay que aprovecharla.
Club Montisonense de Montaña.