Cuando
el inverno va tocando a su fin, es el momento de que las aves que han
migrado a las tierras del sur de Europa e incluso a África, vayan
regresando a sus lugares de cría de verano.
El
último domingo de Febrero 21 senderistas del Club Montisonense han
visitado la laguna de Sariñena, que constituye uno de los humedales
más importantes de la Península Ibérica. El objetivo era ver esas
aves migratorias y en especial las grullas, que suelen hacer una
parada en su largo viaje. El
patrimonio de este lugar lo componen nada menos que 232 especies de
aves, 6 de peces, 5 de anfibios, 12 reptiles y 16 mamíferos. Una
maravilla que ha hecho que sea declarado como zona de especial
protección para las aves (ZEPA), refugio de fauna silvestre y
humedal singular de Aragón.
Con
ambiciosas pretensiones de divisar alguna de estas especies
protegidas, nos reunimos junto al Centro de Interpretación, tomando
un camino que en unos cientos de metros bordeará la capital
Monegrina. Podemos ver la gran mancha de agua de un hermoso azul
sobre la que destaca la sierra de Alcubierre, con tan buena fortuna
que está completamente cubierta de nieve.
Es
una estampa muy difícil de ver, una casualidad estar aquí y todavía
más comprobar que después del temporal de nieve de ayer, hoy luce
un espléndido sol que calienta nuestras caras. ¡Qué buena fortuna!
Caminamos
hasta encontrar un camino que baja al mismo borde del lago, y desde
allí tendremos que procurar no hacer ruido ya que por los cañares
inundados se oyen numerosos pajarillos en pleno cortejo primaveral.
En
cosa de una hora nos encontramos en el primer mirador, una caseta
construida para ver las aves sin ser vistos, aunque es difícil que
eso no ocurra con un grupo tan numerosísimo. Aprovechamos a echar un
bocado y continuamos por un camino algo más elevado, no perdemos la
vista del lago y de los muchos patos y otras aves que revolotean
sobre los cañares o se pasean nadando en las aguas. Garzas,
cigüeñas, chovas, cormoranes, cernícalos etc. viven aquí en
armonía y equilibrio.
En
adelante la noticia fue el barro, ya que nos obligó a buscar los
mejores pasos para conseguir bordear la laguna. Todo un ejercicio de
equilibrio y también de buen humor, que desde luego nunca falta en
esta magnífica sección de senderismo.
Bromas
aparte, la verdad es que el camino que circunda esta laguna está
bastante deteriorado, y se echa de menos una mano para acondicionarlo
y hacerlo más agradable.
Desde
el tercer mirador, donde nos hicimos una foto de grupo, pudimos ver
mejor los grupos de patos surcando el agua y desde allí terminamos
de cerrar la circular hasta el centro de Interpretación.
En
resumen, una corta pero muy agradable excursión ya que fueron tan
solo 9 kilómetros y pudimos ir a comer a nuestras casas a buena
hora.
Club
Montisonense de Montaña – Senderismo.