Un domingo más el Club Montisonense de
Montaña ha organizado una excursión de senderismo dedicada a nuestra historia,
que nos permitirá revivir los hechos más recientes y en el mismo entorno, los
que acaecieron siglos atrás.
El lugar donde una veintena de decididos
senderistas comenzamos nuestra andada es la pequeña localidad de Tierz, cuyo
nombre nos recuerda la distancia a la que se encuentra de la Capital Oscense.
La noche ha sido fría, una ligera helada hace que aceleremos los pasos mientras
atravesamos el casco urbano y nos dirigimos hacia la Ermita de la Santa Cruz.
Le echamos un vistazo por fuera ya que se encuentra cerrada, y un rato mas
tarde nos plantamos en la Caseta Redonda, una especie de refugio de muy buena
hechura en piedra arenisca cuya utilidad pudo ser como guarda viñas o como
lugar de peaje para el ganado. Todos nos vemos sorprendidos por esta
construcción en forma de iglú en un paraje donde no se espera hallar nada.
Ahora nos dirigimos hacia el alto del
Saso de Loporzano, toca subir y eso se agradece ya que sirve para entrar en
calor. Apenas llevamos una hora de marcha y ya estamos entrando en las
trincheras que sirvieron de refugio a las milicias republicanas en la Guerra
Civil española. Éste fue un punto clave para defender o asediar la ciudad, por
lo que se libraron duros combates para hacerse con la posición denominada
“Estrecho Quinto”, donde más de 600 hombres del POUM sitiaron la ciudad de
Huesca durante más de 20 meses.
Desde este alto podemos hacernos una
idea de las penosidades que comportan las guerras, muchas veces para defender
ideales a costa de perder la vida. Aquí nos han quedado las huellas de la
historia más reciente, y precisamente desde este alto podemos ver el Castillo
de Montearagón, lugar donde 900 años antes se posicionarían otros ejércitos.
Ahí nos dirigimos con muy buen ánimo ya que el sol calienta y el andar es muy
agradable.
Descendemos un abrupto sendero pasando
junto a otro búnquer de la Guerra Civil, posiciones que dominaban el acceso
desde el flanco este a la ciudad. Cruzamos la carretera N-240 bajo el puente
que salva el río Flumen, y rápidamente nos plantamos frente al castillo, por la
carretera de acceso.
No queremos pisar asfalto y tomamos una
senda que vuelve a descender hacia el río Flumen y lo remonta por la margen
derecha orográfica, hemos pensado que la mejor manera de avanzar hacia este
monumento es rodearlo por detrás, como si se tratara de un asedio. Andando como
a escondidas, nos metemos en el barranco Hondo y sólo en el último momento
tendremos a la vista los muros del Castillo. Alcanzamos la fortaleza cual si
fuéramos un batallón, entrando alegremente por la puerta principal a la plaza
de Armas, desde la que podemos contemplar las soberbias dimensiones de este
enclave estratégico.
Un poco de memoria histórica nos
describe que fue mandado construir en el año 1.089 por el Rey Sancho Ramírez
con el fin de conquistar Huesca a los árabes, hecho que se consiguió años más
tarde en la batalla del Alcoraz. Las batallas se repiten con siglos de por
medio, en los mismos escenarios, y con fines bastante parecidos.
El Castillo de Montearagón es muy bonito
aunque se encuentra en un estado de ruina, eso fue debido principalmente a un devastador
incendio hacia el año 1835 en que fue definitivamente abandonado.
El sol calienta de lo lindo de manera
que siendo finales de noviembre vamos sin chaqueta desde primeras horas. Todo
un lujo de día, nos hacemos la foto de grupo y una vez repuestas las energías,
bajaremos hacia Tierz no sin antes recorrer una loma donde existen dos grandes
depósitos de agua construidos en piedra arenisca, que no sabemos a qué época
pertenecen, y también otro búnker escondido entre las rocas.
Las piernas comienzan a notar los
kilómetros de andada mientras nos acercamos a Tierz donde dimos por concluida
nuestra instructiva excursión.