sábado, 30 de noviembre de 2013

UN AÑITO MÁS

Ya ha terminado esta intensa semana de preparativos y emociones. Hemos disfrutado de las fotos y vídeos de este año que las secciones han preparado para las proyecciones, hemos podido acompañar, aunque sea desde el asiento del auditorio, a Raúl Martinez y Carlos Pauner en su viaje al Everest, hemos disfrutado de la cena y de la compañía de aquellos que pudieron asistir...  y esperamos seguir disfrutando de momentos así durante mucho más tiempo.

Muchas gracias a amigos, socios, colaboradores, responsables de las diferentes secciones y junta, a aquellos que dedicáis vuestro tiempo para que este deporte llegue a muchos más cada día y de una forma segura. Muchas gracias a aquellos que habéis hecho posible esta semana, a los que habéis hecho posible este año y a todos los que habéis hecho posible que el Club Montisonense de Montaña cumpla cinco años.

Marcos Castel
Presidente del CMM



 FOTOS SEMANA

domingo, 17 de noviembre de 2013

Circular al Congosto del Ventamillo

Esta semana las noticias de nevadas y lluvias persistentes se hacían oir a todas horas y en todos los partes meteorológicos, por eso la mayoría de Clubs de Montañismo suspendían sus planes. Es difícil expresar lo que se siente cuando se ha preparado a conciencia una actividad para los socios y ves cómo a todo el mundo le entran dudas. El Club Montisonense organizaba una ruta muy especial, pero a la hora de partir de Monzón llovía sin cesar presagiando una muy mala jornada, a pesar de ello subimos a los coches y nos agarramos a la fortuna por si acaso esto cambiaba. 



Hicimos una larga paradita en el camino a tomar un café, como esperando que amainara, pero por las ventanas de la cafetería sólo se veía caer gotas de agua sobre las encharcadas calles, ¡el aguazón estaba asegurado!. Así que no se puede decir que nuestra llegada a Seira fuese nada triunfal ni animada, pues las caras eran bastante largas.

Empujados por la tozudez más maña imaginable calzamos las botas en nuestros pies y, tomando por inseparable compañero el paraguas y el impermeable o capa, comenzamos a andar cruzando el puente sobre el río Ésera y dirigiendo nuestros pasos hacia Seira el Viejo. Nuestro objetivo, realizar una ruta en la que ascenderíamos bordeando el cañón excavado a lo largo de siglos por las bravas aguas del río Ésera hasta llegar a El Run, cruzar el río por su puente y de nuevo regresar por la margen contraria por una serie de fajas colgadas del acantilado y ver desde arriba el estrechísimo congosto. 



Éramos diez los valientes que pacientemente avanzábamos sobre el encharcado sendero sin pararnos a pensar lo más mínimo en las dificultades que pudieran surgir. Confiados en nuestras fuerzas y en la experiencia, pronto nos daríamos cuenta que caminar bajo la lluvia tiene algo de melancólico pero mucho más de exquisitez, pues las plantas mojadas y las montañas envueltas por las nubes parecían dar más “ambiente”.

La primera parte del recorrido es un camino y senda que sube poco a poco y que no ofrece ninguna dificultad técnica. Atravesamos el núcleo curioso de Seira el Viejo, sin necesidad de utilizar los bastones que desde el principio fueron sustituidos por el mango del paraguas, envueltos por la neblina mientras arreciaba la lluvia para que no nos quedase ninguna duda que habría que ser valientes de principio a fin. 

Minuto tras minuto, kilómetro a kilómetro ganamos terreno a la montaña hasta rebasar la fuente de Escanarells en la que poco hubo que beber con la que caía, dejando de lado el mirador de la Peña del Sol ya que no íbamos a ver nada desde allí. Era hora de bajar por un sendero lleno de hojarasca entre los robledales, un precioso y blandito trazado que en pocos minutos nos condujo al fondo del valle. ¡Oh! Precisamente entonces unos rayos de sol asomaron entre la niebla y, como bendiciendo nuestro esfuerzo, nos regalaron unas bellas imágenes del valle y las nubes pululando entre las montañas. ¡Que exquisitez!



Junto a la misma senda está la Ermita de la Virgen de Gracia, de estilo lombardo y que es una auténtica joya constructiva. Aprovechamos este bello y escondido rincón para hacer la foto de grupo, ya que había parado de llover; a pocos metros está el pequeño núcleo de El Run, donde repusimos brevemente energías sin permitir que el frio se apoderase de nuestras piernas, así que continuamos la andada cambiando de margen del río. 

Al tiempo que regresamos al punto de partida, en esta margen podremos disfrutar de más diversidad de plantas, de una senda aún más exquisita y de unas panorámicas más amplias. La parte alta del cañón está nevada, recordándonos que el invierno está a punto de apoderarse del valle; ha dejado de llover, la alegría brota por sí sola y ahora sí, desde luego que nos alegramos mucho de no habernos rendido ante la adversidad. Caminamos bajo los árboles por un sendero verde, un “túnel” de plantas de boj, la hiedra trepando por los pinos y los robles y el musgo sobre las rocas convirtiendo la montaña en un paseo verde y tierno.

El último trecho es una pista sin dificultad que serpentea ladera abajo en busca de nuestro destino final, Seira, al que llegamos en un total de seis horas de andada sin tener que otra cosa en la mente que lo que hemos disfrutado de este día tan colorido y otoñal. Seguro que nos servirá de ánimo para la próxima, el 1 de diciembre, a los Mallos de Agüero.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Ermita Virgen de las Rocas de Güell

Doce senderistas del Club Montisonense esta semana han realizado una bonita ruta por el valle del río Isábena, consistente en la ascensión a la Ermita de la Virgen de las Rocas de Güell. 


El punto de partida fue un cruce de caminos en las proximidades del núcleo de Güell, desde donde caminamos por una pista que bordea la finca de San Pelegrín, bonita casa señorial rodeada de viñedos. 

A medida que se asciende podremos observar el imponente Morrón de Güell, sobrevolado incesantemente por una pareja de quebrantahuesos que seguramente anidan en sus paredes. 

Sin dificultad ninguna vamos ganando altura hasta alcanzar la ermita, que si bien tiene una parte en ruinas, por lo menos sirve de buen mirador hacia el valle donde destacan los robledales que están cambiando de color, y por supuesto las ya citadas paredes del Morrón, muy llamativas por su verticalidad y por los árboles que logran prosperar en las casi inhóspitas grietas y barranqueras. 

Como es una excursión muy sencilla, tenemos tiempo de sobra a sentarnos en un prado de hierba seca a comer el bocadillo, donde la montaña por suerte nos protege del intenso viento que sopla en el valle. ¡Que gozada, disfrutar de las vistas tan bonitas sin pasar frío! contando historietas sin prisa alguna. 

Cuando decidimos regresar “chino chano”, encontramos algunas matas de endrinas bien maduras que recogimos contentos, con la idea de hacer un poco de pacharán casero y, quien sabe, si dentro de unos meses nos podremos juntar para comprobar quien lo ha conseguido macerar mejor. 

sábado, 9 de noviembre de 2013

BARRANCO DE SAN CHINÉS

El 9 de noviembre nos acercamos a Vadiello a descender este largo barranco puesto que está prohibido su descenso y el de sus vecinos a partir del uno de diciembre por la cría del buitre.


La aproximación se puede hacer desde Vadiello tomando la subida normal al Borón pero nosotros la realizamos desde Santa Eulalia la Mayor para evitarnos la fuerte subida desde el pantano. De esta manera, aunque igualmente larga el ascenso es mucho más llevadero. Además, destacables son las excelentes panorámicas que se nos brinda de la zona teniendo como telón de fondo Fragineto y el ya nevado Pirineo.



Durante todo el barranco realizamos oposición incluso en largos destrepes que dada su estrechez permiten el uso de esta técnica y no la del rápel. La angosta grieta de impermeable conglomerado hace que las gorgas estén llenas de agua y nos remojemos desde el inicio, suerte que corre un hilo de agua y están limpias. 

Es un descenso muy deportivo puesto que requiere resistencia física dada su longitud y número de rápeles (sobre 19, el más largo de 22 metros).

Para salir remontamos entre gigantescas paredes el barranco de Isarre pasando por la ermita de San Chinés para llegar al coche habiendo recorrido un total de 13 kilómetros y medio durante toda la jornada.